Sabemos bien que toda estructura de contención, toda institución, toda jaula, es un obstáculo para perseguir nuestro deseo de libertad, pero muchxs tendemos a forjarnos por nosotrxs mismxs nuestras propias cadenas. Entonces, la lucha contra las instituciones de reclusión —como las cárceles, los criaderos, los institutos psiquiátricos, la familia, la religión, el cientificismo, los centros de detención para personas migrantes— junto con sus respectivas ideologías, debería incluir también una reflexión sobre nuestras relaciones y sobre las estructuras que sirven para contener la fluidez de nuestro deseo, canalizándolo en formas productivas e inteligibles, llevándonos a negociar medidas de austeridad para hacer frente a la escasez de afecto, amor, intimidad y apoyo emocional que reina en nuestro mundo de vínculos. El texto que sigue ofrece contribuciones para reflexionar sobre los límites del modelo de "Pareja" y sobre cómo nuestras relaciones sentimentales, sexuales y afectivas interactúan con nuestra red más amplia de amistades, complicidades y afinidades en un contexto de lucha contra el sistema, con el fin de apuntar a la creación de una ecología diferente de las relaciones.